Conceição Trucom*

El ejercicio divino de los Maestros forma parte integrante de una serie de ejercicios de una práctica milenaria de meditación denominada meditación divina de cura.

Tal práctica era oculta y practicada solamente por Maestros Espirituales de Oriente. En esta nueva Era, época en que todas las ciencias ocultas están a disposición de todos, este divino trabajo de respiración y armonización corporal también ha quedado liberado.

He aprendido y practicado estos ejercicios durante un viaje que hice a la India en 1998 y hasta hoy han venido produciendo en mí resultados muy positivos.

Buena parte de estos ejercicios los podrás encontrar en mi libro Alimentación Desintoxicante (páginas 105 a 109). El conjunto contiene ejercicios respiratorios y movimientos corporales, que provocan inmediata relajación y armonización energética.

Un hecho curioso es que, al iniciar mis estudios y práctica con los ejercicios cerebrales, una dinámica corporal que surgió a finales de los años 50, he podido percibir que estos ejercicios divinos de cura tienen mucho en común.

Destaco aquí el ejercicio Divino de los Maestros, que me ha tomado bastante tiempo, investigando el motivo de que sea de los Maestros, y que es tan poderoso, pese a su sencillez.

Bueno, el hecho de ser muy sencillo ya es una buena respuesta. Pero, hasta donde he conseguido investigar, este ejercicio trabaja:

1) El chakra del corazón a través de la intensa irrigación de todos sus chakras secundarios, localizados en los hombros, brazos, manos y dedos.

2) Intensa lubricación y movilización de los chakras de la ACCIÓN (o chakras del trabajo, según el famoso radiestesista Manoel Mattos), localizados en los hombros, en la articulación de los brazos con el tronco. Tal movilización tiene como principal consecuencia la liberación del individuo para las acciones estrechamente sintonizadas con el CORAZÓN. Así, se disuelven los bloqueos existentes para acciones de realización.

3) Procrastinaciones, aplazamientos, miedos, inseguridades e indecisiones, además de problemas físicos con el corazón, articulaciones, brazos y manos.

Vamos a la práctica

Se recomienda practicarlo durante 10 minutos (ni más, ni menos) por la mañana, al aire libre o frente a una ventana abierta. Procura estar en un ambiente silencioso y calmo.

Si lo deseas y es posible, coloca un reloj frente a ti para evitar la preocupación por el tiempo.

Ropa ligera y suelta, pies descalzos, piernas abiertas según el ancho de las caderas, rodillas ligeramente flexionadas, caderas encajadas, columna erecta, brazos naturalmente sueltos por los laterales del cuerpo. Rostro y hombros relajados, maxilares sueltos. En fin, postura cómoda y relajada.

Inicia el movimiento de péndulo de los brazos al lado del cuerpo. En este comienzo, existe la intención de producir el movimiento. Sin embargo, luego de los primeros segundos, deja que el propio movimiento pendular mantenga el libre ir y venir de los brazos.

Los ojos pueden permanecer cerrados o contemplativos, pero no te distraigas con el ambiente externo.

A los 2 – 3 minutos ya es posible percibir el fuerte flujo sanguíneo y energético en los brazos y manos. Éstas llegan incluso a volverse pesadas y surge una sensación de que se han puesto calientes y más grandes.



Respira

Inhalación: balancea los brazos hacia arriba lateralmente al cuerpo.

Espiración: balancea los brazos hacia abajo (y ligeramente hacia atrás) lateralmente al cuerpo.

Bueno, después de esta práctica, que es matinal, el día sucederá. ¿Cierto?

Observa que muchas acciones aplazadas empezarán a manifestarse. Sólo que estas acciones, por estar conectadas con el corazón, traerán alegría, sensación de superación y realización.

Lo ideal es practicar esta meditación durante un mínimo de 30 días seguidos. ¡El que la sigue, la consigue!

¡Buena práctica!

Em português: Exercício Divino dos Mestres

Traducción de Teresa - O endereço de e-mail address está sendo protegido de spambots. Você precisa ativar o JavaScript enabled para vê-lo.