Agua y Envejecimiento
Dr. Arnaldo Lichtenstein*
Consideraciones iniciales de Conceição Trucom
1) Sin agua el cerebro se desconecta, pues todas sus funciones se verifican a través de reacciones electro-químicas, o sea, el agua y las sales minerales en ella disueltas son fundamentales para conducir la corriente eléctrica y todas las informaciones neuronales celulares.
2) El agua estructurada y las sales minerales se encuentran solamente, y en abundancia, en los alimentos de origen vegetal, crudos, frescos, maduros e idealmente orgánicos.
3) Obsérvese la figura más abajo y no entréis en esa normosis de que es NORMAL al envejecer tener menos agua en las células y en el organismo.
4) Cambia tu historia, ¡ya! Desintoxícate, aliméntate de vegetales y frutas, hidrátate. Sin neurosis, solamente VIVE este hábito de alimentarse de manera saludable.
Siempre que doy clases de Clínica Médica a estudiantes del cuarto curso de Medicina, lanzo la pregunta: ¿Cuáles son las causas que hacen al abuelo o a la abuela sufrir confusión mental?
Algunos arriesgan: Tumor en la cabeza.
Yo digo: No.
Otros apuestan: Mal de Alzheimer.
Respondo, nuevamente: No.
A cada negativa el grupo se asombra. Y se queda todavía más boquiabierto cuando enumero los tres responsables más comunes:
1) diabetes descontrolada;
2) infección urinaria;
3) la familia ha ido a pasar el día al centro comercial, mientras los ancianos se quedaron en casa.
Parece broma, pero no lo es. Constantemente el abuelo y la abuela, sin sentir sed, dejan de tomar líquidos. Cuando falta gente en casa para recordárselo, se deshidratan con rapidez. La deshidratación tiende a ser grave y afecta a todo el organismo. Puede causar confusión mental abrupta, bajada de la tensión arterial, aumento de los latidos cardíacos (batidora), angina (dolor en el pecho), coma e incluso la muerte.
Insisto: no es broma. Al nacer, el 90% de nuestro cuerpo está constituido de agua. En la adolescencia esto mengua al 70%. En la fase adulta, al 60%. En la tercera edad, que comienza a los 60 años, tenemos poco más de 50% de agua. Esto forma parte del proceso natural de envejecimiento. Por tanto, de salida, los ancianos tienen menor reserva hídrica.
Pero hay otro factor de complicación: incluso deshidratados, ellos no tienen deseos de tomar agua, pues sus mecanismos de equilibrio interno no funcionan muy bien.
Explico: nosotros tenemos sensores de agua en varias partes del organismo. Son ellos los que verifican la adecuación del nivel. Cuando éste baja, se pone en marcha automáticamente una alarma. Poca agua significa menor cantidad de sangre, de oxígeno y de sales minerales en nuestras arterias y venas. Por eso el cuerpo pide agua. La información pasa al cerebro, sentimos sed y salimos en busca de líquidos.
En los ancianos, en cambio, esos mecanismos son menos eficientes. La detección de falta de agua corporal y la percepción de la sed quedan perjudicadas. Algunos, además, debido a ciertas enfermedades, como la dolorosa artrosis, evitan moverse incluso para ir a tomar agua.
Conclusión: los ancianos se deshidratan fácilmente, no solo porque poseen una menor reserva hídrica, sino además porque perciben menos la falta de agua en su cuerpo. Aparte de esto, para que la deshidratación sea grave en ellos, no hacen falta grandes pérdidas, como diarreas, vómitos o exposición intensa al sol. Basta que el día sea cálido o que baje mucho la humedad del aire, como ha venido siendo común en los últimos meses.
En esas situaciones, se pierde más agua por la respiración y por el sudor. Si no hay reposición adecuada, es segura la deshidratación. Aunque el anciano esté sano, queda perjudicado el desempeño de las reacciones químicas y las funciones de todo su organismo, principalmente la electro-química (100% dependiente del agua de las sales minerales) del cerebro.
Por eso, aquí quedan dos alertas. La primera es para abuelos y abuelas: hagan voluntario el hábito de beber líquidos. Beban cada vez que tengan ocasión. Por líquido ha de entenderse agua, zumos, infusiones, agua de coco, batidos. Sopa, frutas ricas en agua, como melón, sandía, piña, la naranja y la mandarina también funcionan. Lo importante es, cada dos horas echar algún líquido dentro. ¡Recuerden esto!
Mi segunda alerta es para los familiares: ofrezcan constantemente líquidos a los ancianos. Recuérdenles que esto es vital. Al mismo tiempo, permanezcan atentos. Al percibir que están rechazando líquidos y, de un día para otro se vuelven confusos, irritables, despistados, atención. Es casi cierto que esos síntomas sean resultantes de deshidratación. Denles líquidos y rápido a un servicio médico.
* Dr. Arnaldo Lichtenstein es médico, clínico-general del Hospital de las Clínicas y profesor colaborador del Departamento de Clínica Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP).
Reprodução permitida desde que mantida a integridade das informações, citada a autoria e a fonte www.docelimao.com.br
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