Por Conceição Trucom*

Caramba… que estupendo. El texto Azúcar x Salud – Parte 1 – tuvo la mayor aceptación según encuesta. Internautas con testimonios interesantes, otros pidiendo ayuda sobre cómo consumir menos azúcar, otros demostrando enfado absoluto por el tema, pues desean seguir consumiendo sus dulces en santa paz y otros, principalmente los padres y los hijos de padres muy enfermos, pidiendo que se escriban muchos y muchos textos...

Bueno, inicialmente pensaba escribir una serie de sólo dos partes, pero por lo visto tenemos muchas sugestiones para compartir. Así, a lo largo de esta serie –Azúcar X Salud— voy a esclarecer acerca de los varios tipos de azúcar, la miel, los edulcorantes, la estevia y todo lo demás que salga! 

Es cierto, a la mayoría de los adoradores del azúcar, este tema les va a parecer terrorismo. 

¡Imaginen! ¡Meterse con el santo placer de consumir todos aquellos dulces de cada día! Entretanto, como estos textos van para el STUM, un site cuyo propósito es el autoconocimiento y la salud, ¡pido permiso para seguir adelante! 

Y ¿saben una cosa? No se puede hacer tarta de limón sin romper huevos (para el merengue). Todo tiene sus despliegues, o sea, toda información lleva a la responsabilidad para decisiones más conscientes, más sanas. 

Obviamente, el primer propósito de esta serie de artículos es que la gente preste atención a un problema concreto, al uso exagerado sin la debida conciencia de los efectos dañosos, a la necesidad de buscar opciones más saludables, a la valorización del paladar, un sentido del placer y del discernimiento nutricional. 

Por desgracia el ser humano presenta un serio bloqueo para utilizar el camino del medio, del buen sentido, de la creatividad. Si no puedo hacer el 100%, entonces me da igual, lo mando a paseo y hago 0%. La mente enviciada desea mucho azúcar, sueña con azúcar, imagina azúcar, no consigue pensar en otra cosa, razonar, se vuelve un pelele, un zombi con los ojos vidriados ante la idea de ingerir un dulce. Si no lo tiene, vale la leche en polvo, la condensada, el azúcar a cucharadas. Veo un dulce y olvido todos mis propósitos, todas mis prioridades. 

Olvidamos que entre cero y cien existe una infinidad de opciones. Si el azúcar blanco es muy dañino para la salud humana, ¿qué tal si activamos nuestra creatividad y encontramos otras opciones, otros sabores, otras cantidades? 

¿Qué tal utilizar la información para activar la fuerza de voluntad, la autoestima, la determinación, la motivación para buscar una ensalada de frutas, una fruta asada, un bollo integral hecho con la mitad del azúcar (mascabado); emplear frutos secos, masticar más todos los alimentos y encontrar su sabor sin embotar las papilas con toneladas de azúcar? 

¿Sabes qué pasa? El azúcar en exceso, con independencia de que se obtenga de una fruta, un bollo o un bizcocho, es un alimento que entorpece, que causa sedación, que acomoda, que nos coloca en una postura más YIN, más pasiva. 

Por el hecho de que entorpece y causa sedación, la lucidez y la claridad se ven en alguna instancia perjudicadas. Esto es cultural. Los padres atiborran a los críos de azúcar para que se vuelvan más dóciles; los esclavos eran provistos de azúcar para que quedasen más dopados, pero felices. 

Y lo peor es que las personas enviciadas en el azúcar no se dan cuenta de eso porque no tienen referencia. ¿Cómo serías tú si no consumieses tanto azúcar? ¿Cómo sería tu disposición? ¿Tu capacidad de concentración? ¿Tu capacidad de realizar todos tus desafíos de cada día? ¿Tu capacidad de ser más participativo y activo en las relaciones? ¿Tu serenidad? ¿Tu ansiedad?

Queda en el aire la propuesta: ¿Cómo serías tú si consumieses (solamente durante una semana) la mitad del azúcar que consumes hoy? 

Pongo a continuación un texto y testimonio de Adriana Alves (www.todos-os-sentidos.com.br)

PALADAR & CULPA, ESE PESO...  

Quien come deprisa, come más y saborea menos. Y el que se siente culpable por el bombón, por la patatita o por el cucurucho de pistachos hace lo mismo: engulle rápido para disminuir la sensación de pecado, no aprecia el sabor de la comida, gana peso… y más culpa.

El aroma y el sabor de una comida sabrosa son placer y tanto…  

Para algunas personas el chocolate es la mayor tentación… ¿El motivo? Porque es la combinación perfectamente irresistible de dos cosas muy apreciadas: azúcar y grasa, sin mencionar la textura, el aroma, el sabor… La ciencia ni siquiera necesita explicarnos que el chocolate produce endorfinas que inundan el cerebro de placer (nosotros ya lo sabemos…).

El que siente mucha culpa cuando se ve invadido por el deseo de comer chocolate (porque esté a régimen, o no quiere engordar…) intenta equilibrar la fuerza de voluntad entre jamás comer la golosina y el impulso de engullir todo y cualquier tipo de chocolate que aparezca… Al sucumbir (lo que es frecuente) siente tantos remordimientos que come todo muy rápido para disminuir el tiempo de culpa, y en ese proceso el placer se ve acortado. 

Las papilas gustativas necesitan tiempo para detectar y experimentar las sensaciones. Si la comida pasa corriendo gaznate abajo, será necesario comer más y más, llenando el estómago, sin saciar el apetito (que es cosa diferente del hambre). 

CONSEJOS: come sentado el chocolate, degustando cada pedacito, sin prisa y sin preocupación... 

Otra manera de mantener el placer de la cervecita helada es beber agua para matar la sed, dejando la bebida alcohólica apenas para el deleite ocasional.

CIELO & INFIERNO 

No existe garantía alguna de que te irás al cielo si comes ensalada todos los días, o a padecer al infierno porque alguna que otra vez te comes un bombón. Con todo, si nunca comes legumbres y verduras, pero te atacas de bombones, ¡es natural que algunas consecuencias te sobrevengan aquí mismo en la Tierra! La sabiduría está en el equilibrio…

Es un TESTIMONIO de Adriana para ayudar a todos en el “escuchar” al propio cuerpo: 

Un día noté que el chocolate con azúcar me daba náuseas, bajada de tensión y dolor de cabeza. Diferente de lo que sucedía con chocolate puro. Poniendo mucha atención, me di cuenta de que tal vez el propio azúcar blanco me estuviese haciendo daño –porque ese malestar surgía también cuando comía aquellos postres “maravillosos” y atractivos.

Busqué algunas lecturas sobre el asunto y percibí que podría estar en lo cierto. Hasta me asusté. Decidí simplemente cortar el azúcar de mi dieta.

¡Increíble! El primer día me sentí ansiosa… sin motivo específico. En el tercer día sin azúcar yo temblaba, tuve crisis agudas de ansiedad. Entonces, para no ser tan radical, comía una vez por día cucharadas de leche condensada, hasta conseguir librarme de esos síntomas y del vicio. 

De esto hace casi dos años, y hoy, ingiero azúcar apenas en eventos sociales o situaciones de ese tipo. Adelgacé unos 20 kilos, asociando el abandono del vicio del azúcar a una dieta pobre en grasas. En fin, hice una revolución en mi belleza exterior, partiendo apenas de la ATENCIÓN en relación a mi estado de ánimo y a las señales que mi cuerpo ha emitido siempre – y que yo por ignorancia no atendía.

Traducción de Teresa - O endereço de e-mail address está sendo protegido de spambots. Você precisa ativar o JavaScript enabled para vê-lo.